Consejos para el primer mes en un trabajo nuevo

Consejos para el primer mes en un trabajo nuevo

  • Los primeros días son claves por eso hay que recabar información de la empresa, por ejemplo, averiguar qué aspectos se valoraban y los que no del predecesor.
  • Para lograr una buena integración es fundamental no ser el foco de atención o conocer las relaciones profesionales y personales de los compañeros.
  • Otro factor importante es la empatía con el jefe.

Los afortunados que encuentren un trabajo deben tener en cuenta que los primeros 30 días en él son claves para su éxito futuro. Las empresas lo saben y algunas se toman la molestia de elaborar programas de bienvenida y de aprendizaje para sus nuevos empleados.

Pese a ello, la mayoría de las personas que se incorporan a un nuevo trabajo sienten en las primeras jornadas una sensación de desorientación: no saben muy bien qué se espera de ellos, a quién pueden acudir para pedir ayuda, durante cuánto tiempo y de qué manera deben aprender las tareas del día a día... y, sobre todo, desconocen con qué criterios les juzgarán tanto sus nuevos jefes como sus compañeros.

Si nos encontramos en esta situación, para entrar con buen pie conviene seguir durante el primer mes una serie de actuaciones prácticas, como las detalladas en este artículo de .

Recabar información

Los profesionales en recursos humanos y psicólogos laborales insisten en la importancia de recabar tanta información de la empresa como le sea posible al recién llegado a la compañía durante las primeras semanas. De esta manera, se sabrán muchas cuestiones que ayudarán a verlo todo más fácil y llevadero y sobre las que nadie suele informar.

Para ello, basta con preguntar. Si se encuentran las respuestas adecuadas, se acabará conociendo muy bien la empresa, la organización del trabajo y a las personas que la constituyen. Todo ello influirá de forma positiva en la valoración que se haga del nuevo empleado durante estos primeros días. Pero, ¿qué información se debe saber?

  • Conocer con precisión cuándo se creó el puesto que se ocupa. Si existe desde hace tiempo, los jefes tendrán una idea bastante clara de cómo hay que comportarse y de lo que se espera de uno.

  • Averiguar los aspectos que se valoraban y los que no del predecesor. Con esta información interesa dar continuidad a sus actuaciones más positivas e, incluso, mejorarlas en lo que se pueda. Para ello, se deben saber algunas cosas sobre él y su comportamiento. Así será más fácil decidir en qué ámbitos vale la pena implicarse más o menos.

  • Interesarse por los objetivos y tareas vinculadas al puesto de trabajo. Si no se conoce dicho objetivo, se corre el riesgo de no ser eficientes.

  • Determinar qué es lo que puntúa en la valoración de la calidad del trabajo que se desempeñará. Estos criterios de valoración pueden ser por completo distintos a los que se tenían en cuenta en el anterior empleo.

  • Aclarar qué competencias se tienen a la hora de tomar decisiones. Si los compañeros tienen actividades semejantes, es necesario saber dónde están los límites. Si el nuevo trabajador se ocupa de tareas que en realidad les corresponden a ellos, pueden generarse conflictos y producirse situaciones desagradables.

La actitud del nuevo empleado

El éxito en un puesto nuevo de trabajo no solo depende de los conocimientos profesionales que tenga cada persona, sino que también influirá la actitud que adquiera esta con sus compañeros y sus superiores. Por ello, conviene tener en cuenta algunas claves que ayudarán a establecer unos buenos cimientos:

  • Ser cordial. Esta actitud debe ser la predominante cuando se aterriza en un nuevo empleo. Hay que esforzarse por mostrar la mejor cara. Una actitud positiva y una sonrisa serán la mejor carta de presentación para entrar con buen pie e iniciar una próspera relación con los nuevos compañeros y jefes.

  • Ser natural. No hay que intentar imitar comportamientos de personas que se consideran exitosas. Hay que actuar con naturalidad; una actitud forzada y artificial no se puede prolongar durante mucho tiempo y se notará.

  • Actuar con discreción. Se debe mantener la vida privada en un lugar seguro. De momento, es pronto para crear vínculos personales. Conviene ser selectivo respecto a lo que se compartirá con los colegas. Lo normal es que no conozcan al nuevo compañero y, por tanto, le juzguen por la forma en la que actúa, por la ropa que lleve y por lo que diga.

  • Actuar con cautela. Hasta que no se conozca suficientemente el ámbito laboral (lo que se permite y lo que no, lo que está bien o mal visto) es importante ser muy prudentes. Un error habitual es el de criticar a la anterior empresa. Los que oigan hablar de manera negativa sobre antiguos jefes o compañeros pueden llegar a pensar que se hará lo mismo cuando se cambie de nuevo de trabajo.

  • Paciencia, mucha paciencia. Al principio, y hasta que la persona se adapte a la nueva situación, es normal que las primeras semanas sean agotadoras y estresantes. No hay que desesperarse, sino recordar que se tarda de seis meses a un año para que un empleado se sienta cómodo y seguro en un trabajo nuevo. De ahí que sea normal que al principio no se rinda al nivel habitual. Un consejo infalible: si se va despacio, uno se equivocará mucho menos en este primer mes. Tras el periodo de adaptación, es normal ir marcando el verdadero ritmo y trabajar según las posibilidades reales. No hay que dudar tampoco en pedir ayuda a los compañeros.

La relación con los compañeros

Conocer a los compañeros y saber trabajar en equipo es esencial para crear buen ambiente de trabajo.

Es lógico que la persona que se incorpora a una empresa sienta inquietud por la forma en que debe actuar frente a los compañeros. Por ello, quien acepta un nuevo puesto de trabajo debe esforzarse por proyectar la misma imagen que la compañía recibió de él en el proceso de selección.

¿Cómo debe ser este desembarco?

  • El mejor consejo es ser muy observadores, escuchar y hacer preguntas inteligentes.

  • Por otro lado, conviene determinar con rapidez qué personas se han visto perjudicadas por la nueva llegada, bien porque aspiraban a dicho puesto, bien porque pensaban que éste debía ofrecerse a alguien de la organización.

  • Para lograr una buena integración es fundamental intentar conocer las relaciones profesionales y personales que existen entre cada miembro del equipo.

  • Además, hay que evitar ser el foco de atención o el protagonista en estos primeros días; ya habrá tiempo de que los demás conozcan cómo se es.

  • Otro de los consejos que más se repiten en los diversos manuales sobre la integración de un nuevo trabajador en una organización es el de ser curioso con todo lo que nos rodea: lo que más le gusta a la gente que lleva tiempo en una compañía es que los nuevos compañeros estén orgullosos de pertenecer a ella. Es la mejor representación de lo que supone el trabajo en equipo, el objetivo ha de ser común y ya no funcionan los individualismos.

La relación con el jefe

Todos los expertos coinciden en señalar la importancia de la empatía. Esta forma de ser consiste, en grandes líneas, en ponerse en el lugar del otro. Pero si se refiere a la empatía con el jefe, esta actitud debe incluir además que hay que adelantarse y superar sus expectativas.

  • Para conseguir este fin, se aconseja conocer cuáles son las expectativas del jefe, tanto inmediatas como a largo plazo, y responder a las siguientes cuestiones: ¿Cuáles son las prioridades del jefe? ¿Qué es importante para él? ¿Cómo era la persona a la que estoy reemplazando? ¿Qué logró esa persona? ¿Tuvo alguna dificultad? ¿Qué está pasando en la actualidad en la organización que deba saber?

  • A pesar de los miedos iniciales, conviene establecer una buena comunicación con los superiores, algo que solo es posible mediante el diálogo. El nuevo empleado debe averiguar cómo quiere que le informe su jefe, ya sea a través de reuniones periódicas o mediante la preparación de un escrito sobre lo que se ha hecho o cómo se cuantificarán sus objetivos.







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